Entre la ilusión y la
confianza, se enfrenta a una hoja en blanco, con el corazón también en blanco.
Piensa si se le ha
olvidado escribir, porque esa tristeza acida que la envolvía, va abdicando
lentamente de su alma.
Se siente como el amante frívolo que no arriesga en la aventura,
y a pesar de ello, le corroe una pena sorda, cuando la ventura termina.
Sus manos quietas, su mente quieta, Su ser inquieto por
iniciar un nuevo romance con las palabras. Un amor que merezca la pena ser vivido hoy, alejándose de un mañana improbable.
Teje y desteje las letras una a una, como una absurda Penélope,
porque su tejido ni siquiera es un gesto de esperanza.
Un día romperá a cantar, lo que hoy es incapaz de decir.
En este desorden, encuentra una sonrisa, una determinación,
una idea.
Y muy poquito más.